Desde hace tiempo vengo sintiéndome indignado por la política de despilfarro llevada a cabo por los últimos gobiernos en este pueblo. Son muchas las cosas que se han hecho mal, a mi parecer demasiadas.
Vamos a empezar enumerando algunos de los ejemplos más claros y tangibles, de la política de despilfarro, y mal gasto de fondos, que sin duda fueron encaminados hacia una política de engrandecimiento y reafirmación del legado personal, caracterizado por la ausencia funcional de estas medidas.
Pues bien podríamos comenzar recordando la construcción de primer "Arco" o Puertas de Granada, que emulando a los antiguos emperadores romanos, y en conmemoración a las grandes conquistas, así estimulado por el buen devenir de las cosas de aquel momento, cuando Vélez Rubio disfrutaba como toda España, del frágil poder del ladrillo. No me gustaría hacer leña del árbol caído, pero si dejar las cosas claras, presentando las cualidades de este como del posterior levantado en la entrada sur. Ambos son ejemplo manifiesto de la carencia de elementos funcionales, pues el primero de ellos se encuentra articulando la entrada y salida de una calle en un único sentido, exceptuando la salida de la calle Granada, posiblemente la menos transitada del pueblo. Y en cuanto al segundo, creo que no hace falta decir nada, como bien exclamo un conocido a su entrada por primera vez a Vélez Rubio, “el Arco muy bonito, pero no entiendo una rotonda en una recta”. Y el premio a los 200.000 Euros peor invertidos, es para…
Aunque hay que ser justo, lo cierto es que no se les ocurrió una manera más económica y adecuada de dar sentido a lo de “Puerta Oriental de Andalucía”, y claro visto así, necesitábamos dos, una de entrada y otra de salida.
En el mismo sentido, dentro de la práctica efectiva de embellecimiento del pueblo, se llevo a cabo una medida, para pocos acertada, por otros simplemente asumida, pero para todos incoherente. Sí, estoy hablando de la eliminación de la cruz de los caídos, y la creación de una isleta ridícula, con una fuente que tardo mucho en dejar de dar agua, y unos bancos, que hacen justicia a lo de “caídos” porque sin duda recuerdan a la tumba de estos. Como no era poco, quiso culminarse la obra con la delimitación de lo que es calzada y lo que es acera, y como siempre tras larga meditación, la cúspide ilustrada tomo la decisión de plantar bolitas de metal (en lo que yo creo algo tuvo que ver el gremio de mecánicos velezanos), y que hoy día adornan nuestro querido “Cerro Colorao”, en un alarde se saber hacer y buen gusto. Como colofón a todo este proceso, seguramente producto de un momento de lucidez sin par, y motivadora de júbilo y algarabía entre los vecinos, se adoquinaron las calles, de forma que se hundieran a la semana de ponerlas, y se dotaron las aceras de un tipo de losa antiadherente, producto de un plan secreto que quería convertir a Vélez en una potencia en cuanto al patinaje artístico, pues cuantos son los que tras la caída de cuatro gotas, no han hecho alguna pirueta digna del mismísimo Eugeni Plushenko.
Por último, y no por ello menos significativo, no podemos olvidar, que tras una sucesión desacertada, en la colocación de elementos de carácter estético (bolas, pitotes, grandes maceteros, etc) concluyeron en que la decisión más acertada seria gastar un dinero misterioso para instalar una serie de vallas ornamentadas, con símbolos representativos del pueblo vecino, del cual muchos no quieren ni respirar su aire, y sin embargo si decorar sus calles y plazas con sus iconos. Pero como no todo el monte es orégano, ni uno de cada ciento, de su suerte está contento, se me ocurre que si algún día se decidieran a hacer un encierro, son dos cosas las que tenemos, las vallas y los cabestros.